miércoles, 18 de junio de 2008

CRISIS DE LA ETICA

Para los clásicos griegos la ética era esencialmente pública y se refería al comportamiento del hombre en la ciudad. La diferencia entre lo público y privado es un tema muy posterior y que se refiere esencialmente al individuo y tiene relación con la privacidad de la vida personal.
A través de este desarrollo, la ética quedó relegada en el ámbito de la Filosofía y dedicada a la búsqueda de los principios universales que definirían el bien frente a su opuesto el mal.
En el ámbito concreto de Chile, la Economía se ha transformado en la ciencia social suprema, especialmente en función de su matematización y su concepción política ha adquirido el mismo nivel. Es así como el neoliberalismo y su máxima expresión, el capitalismo salvaje se presentan como la ciencia económica y como el único camino para el desarrollo económico.
Desde nuestra perspectiva, esta ciencia carente –aparentemente- de valores rechaza cualquier principio ético y propugna una sociedad que funcione atendiendo exclusivamente a los resultados y la eficiencia. Sin embargo, es evidente que la economía tiene una base valórica ineludible que puede ser vinculada directamente a la escuela ética del hedonismo que floreció en África en el medio cultural de la Grecia clásica. De allí vienen los principios de la maximización de los beneficios o satisfacción así como la minimización de los costos y los esfuerzos.
Esta combinación ambigua de objetivismo y subjetivismo es el trasfondo de la ciencia económica actual y en su esencia es la ideología predominante de los que detentan el poder y que con ella garantizan la continuidad de esta situación.
Es evidente que la ciencia existe, pero en el ámbito social no puede dejar de estar contaminada de los intereses concretos de los agentes sociales, es por ello que la objetividad de la ciencia económica es el más sólido fundamento para aplicar una política neoliberal y lograr el desarrollo de un capitalismo salvaje, cuya más clara expresión es la mantención de una distribución del ingreso regresiva que ha empeorado sustancialmente en relación la que existía antes de 1973, época en que se empezó a implantar el neoliberalismo en Chile. (French-Davis 2004)
La argumentación anterior conduce a considerar que la ética está en un plano diametralmente distinto de la ciencia económica y de la ciencia política, lo que nos parece aberrante. Nuestra tesis es que la realidad social no puede ser segmentada arbitrariamente y que los valores, productos sociales por excelencia, están presentes e insertos intrínsecamente en las ciencias sociales.
El neoliberalismo exalta otros principios sociales: el egoísmo y la desigualdad social extrema, el éxito como fin social supremo, la deshumanización de las decisiones y la postergación de cualquier política social centrada en la salud, el empleo, la educación y en general el mejoramiento de la calidad de vida.
Empresas prestigiosas recurren a la asesoría de empresas fantasmas que facilitan el no pago de impuestos a través de redes corruptas con funcionarios del Servicio de Impuestos Internos. Otras exportan cables de cobre que han sido robadas de las redes eléctricas locales. Todo esto es posible con la colaboración de agentes públicos corruptos.
En este marco, la ética pública no se refiere exclusivamente a la búsqueda del bien y esencialmente la práctica de éste como sostenía Sócrates, sino que específicamente se refiere al uso del poder político de quienes administran el Estado. En consecuencia entendemos la ética pública como los principios y comportamiento de los políticos, los funcionarios públicos y los ciudadanos en relación a la forma como manejan los recursos que la sociedad reúne para cumplir los fines sociales del Estado. En términos prácticos los fines, en este caso, los principios, están definidos en las leyes y las políticas y su realización es la probidad pública, es decir el comportamiento ético. En la medida que los recursos mencionados se desvíen hacia fines particulares, contradiciendo las finalidades sociales que se les habían asignados estamos en presencia de la corrupción, que es la negación de la ética pública.
Corrupto es por lo tanto "el comportamiento desviado de aquel que ocupa un papel en la estructura social".
La singularidad del caso chileno-aunque no es excepcional- consiste en que además de las relaciones mencionadas está la presencia del Partido Político que coloca y controla a los mencionados "jefes", los que deben recaudar recursos para que el Partido y la coalición gobernante sigan en el poder. A esta relación se le da un contenido operativo y se ha construido lo que hemos llamado ideología de la corrupción.

Citlali Orea Zamora.

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