Este es sólo el último ejemplo de un negocio en el que una firma grande compra otra más pequeña pero con mejor reputación. En 2000, Unilever compró Ben & Jerry’s, un extraño fabricante de helados con una “misión social”; un año más tarde, McDonald’s compró 33% de Pret A Manager, una cadena londinesa de sándwiches “sin aditivos ni preservativos”.
La imagen pública de firmas como McDonald’s y Pret son polos aparte. Pero Chris Bones, director del Colegio Henley de Gerencia, considera que las fusiones entre grandes compañías y compañías virtuosas sólo funcionan si sus culturas son parecidas. Por ejemplo, el año pasado, Cadbury Schweppes compró Green & Black’s, un fabricante de chocolate “orgánico y con valores éticos”. Esta fusión funcionó en parte porque Cadbury aún proyecta los valores morales de sus fundadores cuáqueros.
Pero la historia de Ben & Jerry’s es menos feliz. Desde sus oficinas centrales en Burlington, Vermont, la firma continúa produciendo nuevos sabores. Pero la compañía comienza a mostrar señales de que pertenecer a un gran conglomerado no le ha sentado bien. Según una reciente encuesta realizada entre los empleados, sólo 45% de los mismos considera que la alta gerencia se está tomando en serio la misión social de la compañía.
POR: BELEN ROJAS ESPINOSA.
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